lunes, 27 de abril de 2009

400 AÑOS DE LOS COMENTARIOS REALES DE LOS INCAS




Derrama Magisterial y la Real Academia Peruana de la Lengua rendirán homenaje a obra del Inca Garcilazo de la Vega

LOS COMENTARIOS REALES DE LOS INCAS

Abril es el mes de las letras, y las letras, podríamos asegurar, es sinónimo del Inca Garcilaso de la Vega. A este gran peruano, uno de los primeros en reivindicar el sentir indígena, para ello hay que situarlo en la época que le toco vivir; también, debemos calificarlo, como uno de los primigenios historiadores en abordar nuestro origen, en la gran cultura que se desarrolló en estas tierras, antes de la llegada de los españoles.

En esta perspectiva, Derrama Magisterial y la Real Academia Peruana de la Lengua rendirán homenaje a la obra LOS COMENTARIOS REALES DE LOS INCAS de Garcilaso de la Vega al conmemorarse 400 años de su publicación. Se realizarán dos mesas redondas, la primera, el miércoles 29 de abril: Nuestra historia y los Comentarios Reales, panelistas: Dr. Manuel Burga y Dr. Max Hernández; la segunda: el lunes 04 de mayo: El sentir del Inca Garcilaso de la Vega en la literatura peruana, panelistas: Dr. Ricardo González Vigil, Dr. José Antonio Rodríguez Garrido y el Dr. Marco Martos Carrera, Presidente de la Real Academia de la Lengua. Éstas, de ingreso libre, se llevarán a cabo en el Auditorio de Derrama Magisterial, sito en la Av. Gregorio Escobedo 598, Jesús María, a horas: 7.15 p.m.

CINCO GRANDES LECCIONES DEL INCA GARCILASO
Ricardo González Vigil

Nos interesa ayudar a difundir una visión integral del Inca Garcilaso, adecuada a la complejidad y hondura de su mensaje, al cual consideramos trascendental para todos, dado su peruanismo, americanismo y dimensión universal.
Nuestro Garcilaso reclama una lectura atenta e informada de su contexto histórico-cultural, ya que uno de los rasgos que más tipifica a los grandes escritores es la profundidad, a la par que originalidad (de resonancias fecundas para los siglos posteriores), con que sintetizan su época y su sociedad, erigiéndose en expresión privilegiada de ambas. Y como en una época y en una sociedad siempre se entremezclan factores y tendencias diversas, a la par que la herencia múltiple y heterogénea del pasado que las ha hecho posible, dichos escritores ostentan una riqueza de elementos y una complejidad prácticamente inagotable para el análisis; de ahí que soporten (inclusive reclamen) los enfoques y las interpretaciones más disímiles.
Esto puede constatarse con gran nitidez en el caso del Inca Garcilaso, por tratarse de un escritor capital nacido en una época de transformaciones radicales en su suelo natal (básica para la configuración del Perú) y de excepcional dinamismo creador en la Europa que él hizo suya con brillantez y originalidad -de sello peruano y americano- (Humanismo, Renacimiento, Contrarreforma, Manierismo, Barroco, imperios ultramarinos, expansión comercial y capitalista, etc.) al abrigo del período más fecundo que haya conocido el genio hispánico: el Siglo (o los Siglos) de Oro.
Sin embargo, dentro de la bibliografía garcilasista, que es abundante, predominan las visiones parciales, limitadas a un aspecto o a una faceta del Inca, mermando -y a veces, distorsionando- su grandeza de autor complejo, poseedor de una visión totalizadora (del ser humano, la sociedad, la historia, etc.) llena de sutilezas y matices, en varios casos pionera o precursora de cuestiones medulares para el Perú y América, y para el desarrollo de la ciencia historiográfica y la prosa de elaboración literaria.
Así algunos subrayan sus raíces andinas en exceso, otros su asimilación de lo hispánico y europeo, sin aquilatar en toda su riqueza el mestizaje biológico y cultural, el encuentro de dos culturas y la idea de una nación integrada por "indios, mestizos y criollos". De otro lado, suele encararse la veracidad histórica y la textura literaria de sus libros sin tener en cuenta las pautas de la Historiografía, la Retórica y la Poética en los siglos XVI-XVII; se ha enfatizado, por ello, el fondo de Utopía o Relato Épico de los Comentarios Reales o La Florida, hasta debilitar o minusvalorar su condición primera y nuclear de obras históricas, confeccionadas con rigor y espíritu crítico realmente admirables dentro de su contexto histórico-cultural.
En relación a lo último, la gran transformación operada en la ciencia historiográfica en los siglos XIX y XX ha provocado que varios especialistas (muy estimables por sus aportes personales, pero descaminados al juzgar a un historiador formado en el siglo XVI, como fue el Inca Garcilaso) rebajen o nieguen el valor de Garcilaso como fuente histórica. Leído dentro de sus pautas histórico-culturales, Garcilaso sobresale por su maestría literaria (excelencia admitida por todos), pero también por su honestidad intelectual, su espíritu crítico ante las fuentes que maneja y su hondura interpretativa (con visos de genialidad para los procesos históricos vistos a mediano y a largo plazo, y sin dejar de lado ninguno de los factores: religiosos, etnológicos, lingüísticos, geográficos, económicos, políticos, científicos, técnicos, artísticos...).
Estaremos en condiciones, entonces, de constatar los siguientes méritos sobrasalientes del Inca Garcilaso:
1) En su experiencia vital y en sus obras encarna por primera vez la fusión de la tradición indígena y la cultura occidental, erigiéndose como símbolo de Perú.
2) Además, el Inca Garcilaso poseyó una intuición genial de la nacionalidad peruana que le permitió esbozar una primer proyecto nacional capaz de integrar todos los componentes sociales del Perú (indios, mestizos y criollos, más algunas alusiones a negros y mulatos) en el amor al país y el rechazo de la dominación colonial; como tal, ejerció influencia en el proceso de Emancipación de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, documentado y examinado en los casos de las rebelión de Tupac Amaru II, el mensaje de Juan Pablo Viscardo y Guzmán en la Carta a los españoles americanos, y la disposición del Gral. José de San Martín de editar y difundir los Comentarios reales.
José Durand ha subrayado que la meta de Garcilaso fue dar "a conocer al universo nuestra patria, gente y nación", adelantándose genialmente a lo que sería el sentimiento de nacionalidad en el siglo XVIII (porque en el XVI no estaba cuajada la idea moderna de nación): "fue sin duda el primer americano, al menos que se sepa, que tuvo sentimiento o conciencia o barrunto profundo de su nacionalidad" (en Nuevos estudios sobre el Inca Garcilaso de la Vega, Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú, p. 156); también Durand ha mostrado cómo Garcilaso se decide por escribir el nombre de su patria como Perú (y no Pirú, variante difundida antes): "el nombre del Perú que decimos, usamos ahora, se lo debemos al Inca Garcilaso (...) la autoridad enorme y el prestigio sin límites que tuvo el Inca Garcilaso de la Vega en el Perú y en España, hace que prevaleciera la forma Perú" (en Nuevos estudios..., p. 157; cf. también el Inca Garcilaso, clásico de América, pp. 85-86 y 148-160).
César Pacheco Vélez sintetiza acertadamente "podemos encontrar en las páginas de los Comentarios Reales la intuición originaria y la enunciación fundadora del primer proyecto nacional peruano: la misión permanente que ellas han cumplido, a través de varios siglos, de iluminar la conciencia del Perú" (en la edición de los Comentarios del Banco de Crédito del Perú, p. LIII).
Si tuviéramos que sintetizar su anhelo de la patria como armonía de la herencia indígena y la española, diríamos que Garcilaso defiende la superioridad de la organización incaica en los aspectos sociales, políticos, económicos, jurídicos y morales; junto con la superioridad de la religión, la filosofía, la ciencia, la técnica, la literatura y el arte traídos de Europa (en resumidas cuentas, sólo lo religioso y lo cognoscitivo, intelectual y artístico). Su postura con relación a la lengua muy matizada: aboga por el uso del quechua, útil para la evangelización, pero también idioma de enormes recursos expresivos, íntimamente ligado a la cosmovisión andina (y, como tal, digno de preservarse y desarrollarse); aunque comprende la necesidad de conocer el español y el latín para cultivarse espiritual e intelectualmente. En general, insiste en la capacidad de los indios y mestizos (la de los criollos, por ser de raíz española, está desconectada) para asimilar la superioridad religiosa e intelectual de Europa, y aplicarla al desarrollo de un Perú soñado con un gobierno suficientemente autónomo y patriótico, y no como un virreinato que succiona las riquezas nacionales para beneficio de la Metrópoli peninsular.
3) También, aunque menos desplegada en sus páginas, Garcilaso intuyó la unidad de América: el Nuevo Mundo como la patria grande. Basta pensar en La Florida del Inca, dedicada a una expedición en América del Norte; o en los primeros capítulos de la Primera Parte de los Comentarios reales.
Garcilaso se muestra americanista, confiado en el futuro (debidamente fructificado por la evangelización y la asimilación de la cultura europea) de América del Norte, del Centro y del Sur.
4) Garcilaso fue el primer escritor nacido en América que publicó libros de relieve: primicia espiritual de América. Durand lo define como el primer clásico de América Latina, sólo comparable en el período colonial con los mexicanos Juan Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz.
5) Finalmente, y primeramente, Garcilaso fue un historiador genial. No sólo un cronista, un comentarista de crónicas ajenas o un analista agudo; sino un historiador interesado por todos los aspectos de la vida humana, y admirable perspicaz para los grandes temas y procesos históricos. En visión a mediano y largo plazo, pocos cronistas de Indias pueden comparársele; sólo a nivel de detalles y precisión en las observaciones, pueden algunos (muy pocos, un Cieza de León o un Acosta, por ejemplo) superarlo. Y cabe preguntar si algún historiador peruano posterior ha sabido, como él, acertar en las intuiciones a mediano y largo plazo.

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